Susurrando en la noche fría
anhelaba mi búsqueda perdida
Que naufraga de alegría una pena la recorría...

Tu dominaste  la pasión que se guardaba en mi corazón.
Tu  produjiste  furor en todos los rincones de mi interior.

Con esa fuerza que tu me das que supera las barreras 
de cualquier deseo fugaz yo me quise aventurar.

A ti me entregué sin yo lo querer,
en tu senda me ostenté y por ella vagué.

Sin fuerzas me desorienté pero el camino retomé.
 Y ahora mientras mi voluntad siga en pie de ti no me separaré.

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